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Por fin hemos cerrado nuestro destino de vacaciones! Este año nos vamos al sur. Tengo unas ganas… En nuestro habitual modus operandi, elegir el destino de vacaciones está abierto hasta último momento pero como sigamos con la tendencia que llevamos me veo en un par de años con todo montado en el coche y decidiendo que carretera coger.
No sé si os he contado que nuestras vacaciones suelen ser con caravana (una muy retro monísima de la muerte). No es que yo de “joven” fuera de ese palo, yo era más de apartamento en la playa. Pero las cosas cambian y las personas evolucionan. En mi caso la evolución fue de hacer viajes con la mochila al hombro con Contrapunto cuando no tenía niños y con caravana desde que los tengo.
Las razones muchas pero las principales son: que los niños se lo pasan en grande y que con tantas semanas de vacaciones que tienen hay que buscar opciones interesantes pero económicas.
Os seré franca que el asunto inicialmente no me atraía demasiado. Mi sensación era que eso de estar con todo el mundo y escuchar cómo ronca el de al lado no iba a ir conmigo. Cocinar en esas cocinitas de juguete, baño comunitario,… en fin! Que para una urbanitas aquello suena, cuanto menos, raro. Pero la verdad es que tiene su encanto y que, aunque no lo parezca, hay una cierta privacidad.
La cosa es que con el destino bajo el brazo ahora tengo que organizarme y ponerme a pensar en lo siguiente (e inmediato): qué tengo que llevar, qué no puedo olvidar, qué les falta a los que andan con los abuelos,…pero estoy encantada. No es lo mismo saber qué te vas de vacaciones a saber a dónde te vas de vacaciones. Con sólo tomar la decisión del destino, las vacaciones cobran vida y te alegran los días que quedan. Es un poco como cuando te dicen “es niñ@”: le pones cara, le pones un futuro, le pones nombre,… aunque luego todo sea diferente a lo que pensaste, lo que esperas se materializa. Eso mismo pasa con elegir destino de vacaciones.
Os he dejado la imagen de una checklist de maleta de viaje que un día encontré por las redes y me pareció súper útil. Se supone que con la caravana hacer la maleta es igual pero no. Nada más lejos de la realidad. Primero, en mi caso, la caravana está en el pueblo, por lo que tengo que llevar hasta allí las cosas en la maleta y luego abrir la caravana para meter todas las cosas dentro y dejar las maletas en el pueblo. Pero a pesar de lo rollo que puede sonar eso, que lo es, hay una contrapartida: se abre un mundo de posibilidades. ¿Por qué? Porque llevas el maletero vacío y entonces se te ocurre: ¿y si me llevo las bicis? ¿Y si me llevo la caja de los juguetes para los tiempos muertos? ¿Y si me llevo un par de libros para leer? ¿Y si …? Y en ese y si el año pasado para horror de Contrapunto hasta la thermomix me llevé (¡!) .
Aunque estoy segura que tendré muchas cosas que contaros, no sé si tendré tiempo y lo más importante, conexión a internet. Ya sabéis, que lo mismo vuelvo a las dos entradas semanales porque todo está yendo sobre ruedas (tengo tiempo, los niños están entretenidos, estoy inspirada,…) o lo mismo tendréis que esperar hasta septiembre para verme (porque no tenga todo lo anterior o simplemente porque no tenga internet).
Disfruten de sus vacaciones.
Un placer. Como siempre.