Pues sí, hoy vamos de receta. Recetas de esas que cuelgo aquí: del tipo fáciles, rápidas para salir por la puerta grande en cualquier ocasión.
Vas a necesitar: 1 Cebolleta (o cebolla), 1 diente de ajo, 1 cucharadita de curry, 1/2 cucharadita de cúrcuma, 1/4 cucharadita de comino, 1 guindilla, 1 tomate (o tomate frito), leche de coco (o nata) y pechugas de pollo.
La idea es sencilla: echas en la sartén la guindilla y el ajo picado, cuando esté un poco frito, le echas la cebolleta picada. Cuando esté pochado le añades todas las especias incluido el tomate picado. Como yo no tenía tomate picado, le eché un chorreón de tomate frito. No le quedó mal.
Ahora toca echas cortado en bocaditos el pollo, como en mi caso me parecía que el sofrito estaba demasiado líquido y que no me iba a permitir freir el pollo, lo aparté y en la misma sartén con un poco más aceite freí el pollo. La idea es que quede un poco dorado, no mucho para que no quede duro, pero que esté hecho, porque luego no va a estar más de dos minutos más en la sartén.
Cuando esté frito, le añades el sofrito que tienes separado, lo remueves bien y le añades la leche de coco. Yo tampoco tenía leche de coco en esta ocasión, así que le eché nata. Le dejas un poquito, lo justo para que reduzca un poco y ligue.
Lo acompañas de arroz blanco, a poder ser basmati y tienes un plato de chuparte los dedos.
Sí, ya sé que el de la foto no es basmati, es que ya tenía hervido ya arroz bomba y me dio pereza. Esas cosas que pasan a las once de la noche.
Todavía no se lo he dado a mis niños, porque siempre lo he hecho en esos días en los ellos ya están dormidos y te quieres preparar algo curioso con los restos que tienes en la nevera. Pero es un plato que aunque tiene sabor, no es nada fuerte. Creo que debemos acostumbrar el paladar de los niños a todos los sabores para poder ir con ellos a cualquier sitio. Si no veis claro dárselo a los niños, hacedlo para vosotros. De verdad que no os arrepentiréis.
Un placer. Como siempre.